lunes, marzo 19, 2007
GUACANAGARIZ, EL CACIQUE CALUMNIADO
(1) Por Milton Olivo
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Era una clásica tarde caribeña, fresca y perfumada por el aroma de la coloreada flora tropical. Al Noroeste de la isla de Quisqueya (que significa; madre de todas las tierras), en el Cacicazgo de Marien, el Cacique Guacanagariz en su bohío conversaba con los suyos. En eso trajeron a su presencia un mensajero, y este le informó: “Mi señor, han llegado a la playa; seres blancos, con barbas de oro, cuyos pechos y cabezas resplandecen al sol. Llegaron en un gran bohío que flota. Poseen unos troncos huecos que con estruendo de trueno escupen fuego y arrancan con violencia fuertes árboles. Los hombres usan especie de lanzas que también con estruendo escupen fuego y matan animales. Además poseen una especie de cuchillo gigante de una madera que resplandece al sol, con la cual cortan los árboles y parten en dos a cualquier animal. Parece que su comida es el oro, es por lo que más preguntan, y quieren conversar con usted. El Cacique Guacanagariz y sus acompañantes quedaron mudos y petrificados con la noticia. Guacanagariz impresionado –se decía- en los más de cinco mil años de historia que tenemos en estas tierras, ningún areyto recoge memoria de acontecimiento semejante. Se dijo. Y lo peor es que solo tenemos armas de madera y piedra. ¿Serán enviados del cielo por nuestro Dios Yocahú, ó serán enviados de Mabuya, el espíritu maligno? Se preguntó. Miró a su entorno buscando repuestas, el silencio fue la contesta. De pronto el Cacique Guacanagariz se puso de pié. Y ordenó; envíen correo a los diferentes Caciques y Nitainos. Que sus Hayucazta-bo (las fuerzas armadas Tainas), sean puestos en estado de alerta. Señores. Preparémonos para conversar con los recién llegados. Dirigiéndose al jefe de los Hayucazta-bo le dice: Mayoael, prepare sus hombres para el combate. No me acompañará, desde una distancia prudente observará a los recién llegados y tomará las medidas que considere para nuestra seguridad y la de nuestra gente. El Hol-bo (juez) y el Beiques (Sacerdote) me acompañaran. El Cacique entró a sus habitaciones, salió vestido que ropa de gala. Su capa real, fabricado de algodón ó Zorobey teñido de rojo con decoraciones de oro. Sus faldas o naguá ceremonial y sus pies cubiertos con su Cutara real, fabricada de piel de iguana. Mientras, en su nave Cristóbal Colon escribía; “Los nativos de esta isla, no son, ni negros, ni blancos. Más bien son de color pardo o marrón. Esta gente no conoce idolatría alguna, antes bien creen firmisimamente que todo la fuerza, todo el poder y en fin que todo lo bueno está en el cielo. A Dios le llaman YOCAHU, creen correctamente que vive en el cielo, que es inmortal y que nadie puede verlo, que tiene madre, mas no tiene principio. A la madre de ese ser supremo la llaman; Atavey, Yermao, Guarcan, Apito y Zuimaco, que son cincos nombres. De su encuentro con el Cacique Guacanagariz, escribió el almirante en su diario; “Cuando entró el Cacique debajo del castillo de la nave, hizo señas con las manos que todos los suyos quedaran fuera y así lo hicieron con la mayor prisa y acatamiento del mundo. Y así asentados todos en la cubierta salvo dos hombres que yo estimé por sus consejeros. Después de comer, un escudero suyo trajo un cinto, parecido a los de castilla en la hechura, salvo que de otra obra, que el tomó y me lo dio (Marte, 18 de diciembre de 1492). Aquel día el Almirante mandó a ataviar la nave de armas y banderas por la fiesta que era este día de Santa Maria de la O, ó conmemoración de la anunciación. Tiraron-se muchos tiros de lombardas y cañones. El Cacique entendió todo, como una demostración del poder de los harijunas (extranjeros), con el objetivo de hacerse temer. El Almirante escribió en su diario; “el Cacique Guacanariz, al invitarlo a almorzar, en su comer y honestidad y hermosa manera de limpieza demuestra bien ser de linaje, (Dic. 26, 1492)
Dos días después, Dic. 25, 1492, encalló la Santa Maria, la nave capitaneada por Colon. El Cacique le facilitó hombres y bohíos (casas) para guardar sus cosas y mandó a poner tainos de guardia para protección de todo. De lo cual escribió Colon; “Esta gente, son gente de amor y sin codicia, certifico a vuestras altezas que en el mundo creo que no hay mejor gente ni mejor tierra, ellos aman a sus prójimos como a si mismos y tienen una habla la mas dulce del mundo y mansa y siempre con risa. Ese día el Cacique invitó a almorzar al Almirante y le brindó, camarones, ajíes, frutos de sus cacerías y de su pan que llaman casave. Y junto al cacique andaban alrededor de mil personas. Tiempo después, se sumó el almirante a la tripulación de la Niña y regresó a España dejando unos 29 hombres al cuidado del Cacique y construyendo con los restos de la Santa Maria un fuerte denominado de LA NAVIDAD. A su regreso un año más tarde con 17 naves, y 1500 personas y ni una mujer, solo encontró las tumbas de los marinos que dejó. Días después se encontró con el Cacique que le explicó; ‘los marinos desconocieron la autoridad de Diego de Arana, se creyeron abandonados en la isla, se pelearon a cuchilladas, se dividieron en dos grupos, comenzaron a robar y atacar las mujeres, un grupo se fue al Sur hasta el Cacicazgo de la Maguana cuyo cacique Caona-bo (hombre de oro) y el Nitaíno Mairení, no toleraron sus desmanes y los mataron a todos y luego vinieron hasta aquí y mataron al resto. Colon busca otro asentamiento y planifica la conquista de la isla para apoderarse de todo el oro existente sin ningún obstáculo. Conmina al Cacique Guacanagariz que lo acompañe. Pero vemos la lealtad y fidelidad del Cacique Guacanagariz a los suyos, que guía a los españoles por las áreas más difíciles y abrupta del territorio; desde el norte de la isla, los llevó atravesando las increíbles montañas de Constanza, Jarabacoa, y sus montañosos parajes. Evidentemente Guacanagariz informó a su Cacique vecino Guarionex señor del territorio de la Vega Real, pues luego de la batalla del Santo Cerro en que este fue derrotado y sometido, tiempo después Guacanagariz se reveló contra los españoles y derrotado se tuvo que refugiar bajo la protección del Cacique Guarionex, y era tal la estima y el aprecio que este le tenía, que a pesar de Guarionex vivir en paz con los españoles, a cambio de pagar tributo por cada habitante mayor de 14 años de su cacicazgo. Al ser conminado por los españoles a que entregue a Guacanagariz, Guarionez prefirió irse a la guerra con los españoles y no entregar a su Cacique amigo y vecino. Lo que hace rodar por tierra la hispanista historia oficial de que dicho Cacique se había aliado a los extranjeros en contra de sus hermanos. El asunto es que el objetivo principal de los países conquistadores al escribir la historia de los países victimas, el interés principal está enfocado en destruir el honor y la memoria de los grandes hombres del bando vencido. Porque un pueblo sin héroes, es un pueblo sin honor y sin moral, sin modelos de hombres de los suyos a quien honrar e imitar. Donde reinarán héroes descendientes de los conquistadores y los de la población nativa estarán sometidos a la burla, la duda y el escarnio público. Lo que lo condenará por siempre a ser un pueblo dividido, pobre y esclavizado, para gloria y monopolio de la riqueza por parte de los conquistadores. Esa es la razón porque según la historia escrita por cronistas españoles y sus descendientes, Guacanagariz traicionó a sus hermanos. Caona-bo era caribe y fue engañado como un niño por Alonso de Ojeda, Enriquillo o Huarocuya se sublevó, no por ninguna causa patriótica, sino por que abusaron de su esposa y luego traicionó los suyos, lo que lo hizo un ídolo de barro. Y así sucesivamente. “Recordemos y honremos en el sagrado recinto de nuestros hogares la memoria de nuestros Caciques y héroes. Así perpetuaremos su ejemplo de coraje y heroicidad en el alma de nuestros descendientes.
(1) Milton Olivo
*Es es autor del libro “EL SECRETO TAINO’
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