A pesar de todos los indicios de que la carrera contra su oponente Barack Obama para representar a su partido en las próximas elecciones presidenciales ya está perdida, la senadora por Nueva York no tira la toalla y se presenta al campo de batalla.
Aunque está segura que arrasará con los votos de ese estado -donde las mesas de votación ya abrieron- como indican todas las encuestas, también sabe que ese resultado no le alcanza para revertir la dura evidencia de las matemáticas.
Su contrincante, el senador por Illinois, se aseguró la semana pasada otros 26 superdelegados, con lo cual -aún perdiendo las batallas restantes en cinco estados y Puerto Rico- tiene ya al alcance de su mano la nominación para cuando concluyan las primarias, el 3 de junio.
Casi el cielo, West Virginia
Para Hillary Clinton es una pena que West Virginia no sea del tamaño de Texas o California, reflexiona desde Washington el corresponsal de la BBC Kevin Connolly.
Es que la composición demográfica del estado que hiciera famoso John Denver en su canción "Take me home, country roads", responde precisamente a los grupos que la vinieron apoyando en esta contienda.
En efecto, el 95% de su población es blanca, su promedio de edad supera al de la media estadounidense, con una fuerte clase trabajadora y la menor proporción de graduados universitarios de todo el país.
Es también uno de los estados más pobres, donde el carbón todavía da energía a su economía que conoció tiempos más florecientes en sus épocas de centro ferroviario de la región.
Es, por otra parte, la patria natural para una política como Hillary Clinton, a quien las calles de esta carrera presidencial la traen este martes, no para mostrar sus emociones, sino para dar constancia otra vez de lo que uno de sus seguidores definió como su "fortaleza testicular".
De lo que se duda, ciertamente, es qué persigue Hillary Clinton con esta batalla en West Virginia, un día después de que un "lapsus linguae" despertara las suspicacias de que hasta ella misma está convencida de su derrota.
En efecto, en uno de sus discursos de campaña, llegó a decir "quienquiera sea 'el' próximo presidente de Estados Unidos", para corregirse rápidamente "... o 'la' próxima presidenta".
Pero entonces ¿qué fin tiene para Hillary Clinton esta batalla en West Virginia y todavía seguir en esta carrera?
Dos caminos
Una posible respuesta a esa pregunta es la de "comprar tiempo" hasta que el Comité Democrático Nacional, decida el 31 de mayo, qué hacer con los delegados surgidos de las primarias de Florida y Michigan que fueron declaradas nulas por haber violado el reglamento del partido.
Desde Washington, Kevin Connolly de la BBC explica que por este camino, Hillary Clinton podría imponerse al menos con el voto popular de los delegados.
Pero, aún en la hipótesis más optimista, Barack Obama todavía le podría sacar ventaja con los superdelegados, cerca de 800 jefes partidarios cuyo voto no está atado al resultado de las primarias estatales o "caucases".
El otro camino posible es sólo una cuestión de providencia: la fortuna adversa del adversario, ya sea con la salida a la luz de algún hecho oscuro de su pasado, o nuevas declaraciones escandalosas de su ex pastor Jeremiah Wright.
Con la vista más allá
Obama, en tanto, no da muchas muestras de estar interesado ya en su rival de partido. A pesar de no haberse proclamado el vencedor de la carrera, el blanco de su retórica de campaña ya no es su contrincante demócrata, sino el candidato republicano, John McCain.
Y su estrategia parece estar en relacionar a McCain con el actual presidente y que, de ser elegido, sería como darle un tercer período a George W. Bush
Por lo pronto, representantes de su campaña dicen que espera al 20 de mayo para cantar victoria ni bien concluyan las primarias en Kentucky y Oregon.
Algunos suspicaces creen que ni aún así, Hillary Clinton tirará la toalla ya que su vista estaría fijada en dos posibles objetivos.
Uno de ellos sería la nominación a la vicepresidencia, algo que por cierto no gusta a la mayoría de los simpatizantes de Obama.
La otra alternativa es almacenar la popularidad que pueda ganar en esta campaña con vistas a nominarse en 2012, después de ver cómo su contrincante demócrata cae derrotado en las elecciones presidenciales de noviembre.
Más allá de hipótesis y suspicacias, lo cierto es que la saga de esta inédita campaña demócrata todavía no ha llegado a su fin... aunque parece cada vez más cerca.
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