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Washington.-Como un explorador en busca de El Dorado, la campaña electoral de los demócratas estadounidenses surcará mañana de nuevo aguas desconocidas en Wyoming, un pequeño estado del medio oeste que sorprendentemente tendrá el importante papel de medir la temperatura del choque entre Hillary Clinton y Barack Obama tras las importantes primarias del martes.
El estado menos poblado del país, con poco más de 500.000 habitantes para un territorio sólo levemente más pequeño que Ecuador, nunca interpreta un papel siquiera significativo en las elecciones estadounidenses.
Y en la tierra del “halcón” Dick Cheney, el actual vicepresidente del país, mucho menos en las primarias del partido demócrata. Los republicanos llevan ganando ininterrumpidamente las elecciones presidenciales de Wyoming desde 1964.
Desde 1892, en 29 comicios, los demócratas sólo ganaron en ocho, y siempre en tiempos de fuerte crisis. Según los datos oficiales, los votantes registrados como republicanos superan en proporción de más de dos a uno a los demócratas (136.000 a 59.000).
“Nunca vi un período de intensidad política comprimida como en las últimas 48 horas”, afirmó al diario “The New York Times” la demócrata Kathleen M. Karpan, antigua secretaria de Estado de Wyoming.
Ante su escasa representatividad, los “caucus” de mañana sólo entregarán doce delegados para la convención que elegirá en Denver del 25 al 28 de agosto oficialmente al candidato del partido para las elecciones del 4 de noviembre, la menor cantidad en los Estados Unidos continentales.
Pero en el contexto de la carrera más apretada en décadas, cuando, tras más de un año de campaña y 44 citas con las urnas, Obama y Clinton están separados apenas por un centenar de delegados, doce representantes valen su peso en oro.
Más importante aún en Wyoming es el concepto del “triunfo”. La igualdad es tal entre Obama y Clinton que, por el reparto proporcional de delegados, las diferencias reales entre ambos son mínimas.
El martes, por ejemplo, la ex primera dama apenas recortó once delegados a su rival. Pero se anotó las resonantes victorias en Texas y Ohio, que dieron un nuevo vuelco a la tortilla electoral. Clinton es ahora la que disfruta del momento, mientras que las dudas se cambiaron al bando de Obama.
La senadora por Nueva York asegura haber encontrado los puntos débiles de su rival y piensa seguir explotándolos.
El senador por Illinois, al que además la prensa está empezando a presionar como nunca hasta ahora, aún duda si seguir con su campaña de “esperanza” y “cambio” o contraatacar a su rival. “(Obama) Va a tener que ser más duro en respuesta.
Quiero decir que la lección de Ohio… Creo que aprendió la lección de que la campaña negativa funciona”, le recomendó el senador John Kerry, candidato del partido en las elecciones de 2004 y que respalda al senador por Illinois. La cita de Wyoming tiene otro componente estratégico que realza su importancia.
Tras los “caucus” de mañana llegarán el martes las primarias de Mississippi, que repartirán 33 delegados. Pero después habrá un vacío de seis semanas hasta Pennsylvania, el último gran estado del país aún sin manifestarse, que votará el 22 de abril.
Tanto en Wyoming, donde el sistema de “caucus” debería favorecerlo, como en Mississippi, Obama, de 46 años, tiene una oportunidad de frenar la euforia en el campamento Clinton antes del parón para recomponer filas. La senadora Clinton, de 60 años, no quiere sin embargo frenarse ahora que va cuesta abajo.
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