WASHINGTON. Como consecuencia del nuevo rebrote de tensiones raciales que experimenta la lucha por la nominación presidencial del Partido Demócrata, la campaña de Hillary Clinton se ha visto obligada a prescindir de la ayuda de Geraldine Ferraro. La que fuera pionera candidata a la vicepresidencia en 1984 ha dejado de ocupar el puesto honorífico que ocupaba en el comité financiero de la ex primera dama, justo una semana después de criticar la supuesta ventaja electoral de Barack Obama por el hecho de ser negro.
Geraldine Ferraro, a través de una carta dirigida a Hillary Clinton, ha anunciado su salida de la campaña para «que yo pueda seguir hablando por mí misma y tú puedas continuar hablando por ti misma de lo que importa en estas elecciones». Según la ex congresista demócrata neoyorquina, «la campaña de Obama me está atacando a mí para hacerte daño a ti y no voy a permitir que eso ocurra». Con insistencia en que sus comentarios, sacados de contexto e injustamente criticados, fueron un análisis racial y no un ataque racista.
Resultados polarizados
Esta polémica racial, en el contexto de polarizados resultados electorales, ha obligado también a Hillary Clinton a expresar su desacuerdo con los polémicos planteamientos de Geraldine Ferraro. La senadora por Nueva York ha indicado que no está de acuerdo con establecer vinculaciones entre raza y ventajas electorales. En su opinión, tanto su campaña como la de Obama han tenido problemas con seguidores excesivamente entusiastas que dicen cosas inapropiadas o personales, creando solamente distracciones ante el necesario debate político que debe tener lugar en el proceso de selección de candidatos.
Barack Obama no ha querido proseguir con esta incómoda polémica, aceptando que las «ridículas» palabras de Ferraro no representan a su contrincante. Según el senador de Illinois, «la noción de que ser un negro llamado Barack Obama abre el camino para la presidencia no me parece que suene como algo muy verosímil a la mayoría de los ciudadanos».
La dimisión de Ferraro se ha producido un día después de las primarias de Mississippi, en las que Barack Obama ha reunido un 90 por ciento del preponderante voto afroamericano. Lo que ha dejado en evidencia el problema que la ex primera dama tiene para atraer el respaldo de votantes negros, que forman parte de los grandes pilares electorales del Partido Demócrata. Esos problemas ya empezaron a manifestarse después de algunas desafortunadas intervenciones del ex presidente Bill Clinton durante las primarias de Carolina del Sur, comparando como igualmente intrascendente la candidatura de Barack Obama con las campañas presidenciales del reverendo Jesse Jackson en los años ochenta.
En un foro con decenas de editores de publicaciones afroamericanas, Hillary se ha disculpado profusamente por esa falta de sintonía con votantes negros: «Siento que se haya podido ofender a alguien. Ciertamente la intención no era resultar ofensiva y creo que nos podemos sentir orgullosos tanto de Jesse Jackson como del senador Barack Obama».
Durante toda su campaña, Obama ha insistido en que la cuestión racial no debería formar parte de estas elecciones. Según el senador, las diez semanas de primarias hasta la fecha habrían servido para demostrar su habilidad «para construir una coalición que incluye un considerable respaldo negro, pero también el apoyo de otros sectores». Con cierta frustración, el candidato ha recalcado que durante esta campaña ha existido una línea de debate entre tertulianos y vaticinadores «primero sobre si yo era suficiente negro y ahora sobre que soy demasiado negro; y la verdad es que no sé exactamente cuál es el margen de voto negro que sería considerado óptimo para no ser demasiado negro, pero suficientemente negro».
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