Un aire de guerra fría sopla en la escena internacional desde la proclamación hace una semana de la independencia de la provincia serbia de Kosovo: Rusia emplea un lenguaje belicoso frente a Estados Unidos y la Unión Europea y manifiesta un respaldo total a sus aliados eslavos de Belgrado.
Hasta ahora, 18 países, entre ellos diez de los 27 que integran la UE, han reconocido el nuevo Estado de Kosovo.
Otros diez, como Serbia, Rusia y tres miembros del bloque europeo - España, Rumania y Chipre -, se han declarado abiertamente opuestos a la independencia.
A la cabeza de los detractores acérrimos, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha denunciado un "precedente terrible" que estallará "en la cara" de los occidentales y tendrá "consecuencias imprevisibles".
Uno de sus colaboradores, el enviado especial para la cooperación internacional contra el terrorismo, Anatoli Safonov, ha incluso vislumbrado una amenaza islamista, al hablar de "yihaidistas" que se encontrarían entre los albaneses de Kosovo.
El representante de Rusia ante la OTAN, Dimitri Rogozine, ha esgrimido por su parte el derecho de Moscú a "utilizar la fuerza" si la Alianza Atlántica o la Unión Europea "desafían" a la ONU sobre Kosovo.
Los serbios, que han digerido mal la proclama de independencia de lo que consideran cuna de su identidad nacional, se han manifestado por millares. El jueves, fueron más de 150.000 en marchar por las calles de Belgrado.
Grupos de exaltados atacaron paralelamente varias embajadas occidentales en la capital serbia, entre ellas la de Estados Unidos, en la que provocaron un incendio. Un manifestante murió.
La comunidad internacional ha condenado estos ataques, que han llevado además, en palabras del jefe de la diplomacia de la UE, Javier Solana, a comprometer la reanudación de las negociaciones sobre un acuerdo de asociación entre el bloque y Belgrado.
La amenaza ha causado poco efecto en Serbia, donde el presidente proeuropeo, Boris Tadic, tiene dificultades con sus opositores nacionalistas prorrusos.
Estados Unidos ha denunciado el "cinismo" de Moscú, pero tampoco ha ido más lejos puesto que necesita el apoyo ruso en el Consejo de Seguridad de la ONU para aprobar nuevas sanciones contra Irán por su programa nuclear.
Reconciliador, Washington asegura que estas divergencias con Serbia y Rusia no pasarán a mayores.
Kosovo tampoco se ha librado de la violencia. Los serbio-kosovares han lanzado varias señales de una posible secesión en la región norte, yuxtapuesta a Serbia, donde viven 40.000 de los 120.000 serbios del territorio.
Esta comunidad ha sido autora de la destrucción de dos puestos fronterizos entre Serbia y el norte de Kosovo y prevé elegir a su propio Parlamento en los comicios regionales y municipales convocados en Serbia el próximo 11 de mayo.
Debido a los episodios violentos, el representante especial de la UE en Kosovo, Pieter Feith, anunció el sábado que retiraría temporalmente de la región norte al personal encargado de preparar el despliegue de la misión EULEX, que debe acompañar la transición del Kosovo independiente.
La histórica proclama también ha tenido eco en otras regiones de los Balcanes y del mundo donde existen movimientos separatistas.
Los serbios de Kosovo han reivindicado su derecho a la secesión y lo mismo se ha escuchado en la Cachemira india, disputada desde hace décadas por India y Pakistán.
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