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PEDRO RODRÍGUEZ CORRESPONSAL. WASHINGTON
Debe tratarse de la medida del éxito. Colocada a la cabeza del pulso por la Casa Blanca, con una ventaja del 30% en encuestas nacionales, la candidatura de Hillary Clinton empieza a hacer frente estos días a una 'pinza' de ataques tanto por la izquierda como por la derecha. A poco más de dos meses de iniciarse un comprimido proceso de primarias para dilucidar la sucesión de George W. Bush, el tono de la campaña presidencial en Estados Unidos se ha convertido en una especie de «todos contra Hillary». Con la senadora de Nueva York pagando un inevitable precio por haberse convertido tan pronto en la aspirante con mejores perspectivas para el 2008.
Como prueba de la carga que conlleva este anticipado estatus de 'front-runner', el último debate celebrado durante la noche del martes en Filadelfia por los aspirantes del Partido Demócrata a la Casa Blanca ha sido monopolizado por una cadena de ataques contra la ex primera dama. Con sus propios compañeros de partido cuestionando sus capacidades, su sinceridad y hasta su viabilidad electoral en un país tan polarizado políticamente como Estados Unidos.
Barack Obama ha llegado a acusar a la senadora de cambiar de opinión por conveniencia política en cuestiones tan definitivas como la guerra de Irak. Aunque los reproches del candidato afroamericano han sido mínimos en comparación con los lanzados por el sureño John Edwards.
El ex senador se ha declarado «creyente en Santa Claus y el ratoncito Pérez», pero bastante incrédulo con respecto al liderazgo político de Hillary Clinton.
Con insistencia en que la ex primera dama representa el 'status quo' en Washington.En el séptimo debate presidencial de los demócratas tampoco han faltado ataques a Hillary por respaldar a Bush en su antagonismo con Irán.
Con fuertes críticas por haber votado a favor de designar a la Guardia Revolucionaria iraní como una organización terrorista. Para defenderse, la senadora ha argumentado que «aunque no estoy a favor de ir a una guerra, tampoco soy partidaria de no hacer nada». Dentro de una llamativa sintonía, los aspirantes republicanos también han multiplicado sus diatribas contra la ex primera dama.
jueves, noviembre 01, 2007
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