MARÍA ISABEL SOLDEVILA, Listin Diario/Servicios Google La madrugada del 12 de diciembre fueron abiertas las compuertas de Tavera y se desaguaron hasta 5,000 metros cúbicos de agua por segundo, lo que provocó inundaciones en Santiago y pérdidas humanas, según un informe oficial. ...
LA FALTA DE EQUIPOS DE ALERTA RÁPIDA, LA DEFORESTACIÓN Y LA SEDIMENTACIÓN SON PELIGROS PARA LA PRESA
El silencio es casi perfecto. Las aguas, apacibles, son muy distintas a las que la madrugada del 12 de diciembre comenzaron a correr, liberadas, por las compuertas del embalse de Tavera. Quedan escombros, ramas, plásticos, ropas que arrastró la lluvia, el Yaque embravecido.
Siete días habían pasado ya, y los lamentos de Santiago y el país por los 37 muertos y cientos de damnificados del desagüe no se escuchaban aquí, donde reina el agua y la soledad. Han pasado cuatro meses, infinidad de declaraciones políticas y dos reportes de comisiones de investigación del día que marcó a Santiago.
La comisión presidencial designada para determinar la calidad del manejo de la presa hizo una recomendación que da en el corazón del problema: “La previsiones contempladas en los instructivos para la operación de los embalses se basan en procedimientos ‘reactivos’ cuando podrían basarse en análisis ‘predictivos’”. En buen español, es mejor prevenir que lamentar.
La idea no es nueva. En sus memorias de 2006, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI) anunciaba con pompas la puesta en funcionamiento de una “Red de alerta temprana telemétrica hidrológica”, un proyecto iniciado en 1999 tras el paso del huracán Georges. La inversión de RD$53 millones “en equipos, software y construcción de casetas y corrales de protección” parecía el fin de la pesadilla vivida durante el devastador huracán.
La Red de Alerta Temprana, por medio de sensores colocados en las cuencas más importantes y conectados a un satélite, permitiría saber hora a hora, cómo aumentan los caudales de los ríos para, sobre todo en casos de emergencia como la causada por la tormenta Olga, las autoridades tuvieran a mano esa información que les permitiría ser “predictivos” y no “reactivos”. Tan específico era el fin de esta red, que el INDRHI anunció como uno de sus principales usos la “operación más efectiva de los embalses de las presas en presencia de crecidas”.
¿Dónde estaba entonces esa red de RD$53 millones el 12 de diciembre pasado? ¿Qué ocurrió con los reportes vía satélite que permitirían una respuesta inmediata? Según el boletín de comportamiento de lluvias colocado en la página web del INDRHI para la semana del 10 al 17 de diciembre, los días de influencia de la tormenta Olga, sólo en tres de las 16 estaciones de alerta temprana del INDRHI en la cuenca del Yaque se tomaron mediciones: Manabao, Maguá- Monción e ISA, en Santiago, y el informe sólo indica los totales por día, no el desglose horario que permite la transmisión satelital.
El doctor Rafael Méndez Tejeda, del laboratorio de Investigación en Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Puerto Rico, en Carolina, examinó los reportes de precipitaciones que la Oficina Nacional de Meteorología (Onamet) entregó a LISTÍN DIARIO luego de una solicitud escrita amparada en la Ley 200-04 de Libre Acceso a la Información Pública hecha el 26 de diciembre de 2007 tanto a esa institución como al INDRHI, que no contestó.
Méndez, dominicano radicado en Puerto Rico, señaló en un documento enviado el 5 de marzo a este diario que los daños “ocasionados por este fenómeno se deben principalmente a un manejo negligente de las presas, ya que en su mayoría carecen de sistemas telemétricos activos que informen en tiempo real el aumento del caudal de los ríos horas antes de su llegada a las presas, por lo que los operadores deben esperar a que las presas alcancen un cierto nivel límite para poder desaguar”.
Para Méndez, una actualización inmediata de la red telemétrica se hace urgente. “La ciudadanía corre un gran peligro, debido a que no existen sensores activos que puedan detectar el aumento del caudal de los ríos cuando ocurren eventos de precipitaciones intensas. De no corregir esta falla en el sistema, esta situación volverá a ocurrir, del mismo modo que ocurrió cuando el Huracán Georges, en la presa de Sabana Yegua”.
Tan urgente era esa actualización de equipos inaugurados hace apenas dos años, que el 26 de marzo de este año el INDRHI recibió de la Oficina Nacional para los Fondos Europeos (ONFED) un donativo de equipos tecnológicos por US$28,500 (unos RD$969 mil): un servidor informático, antenas, modems y transmisores de datos “para la rehabilitación de estaciones hidrológicas automáticas diseminadas por la geografía nacional”, según consignaron en una nota de prensa. Parte de estos adelantos tecnológicos están alojados en un edificio del Centro de los Héroes cuyas condiciones de planta física incluyen un ascensor que no funciona.
Héctor Rodríguez, director del departamento de Hidrología del INDRHI, dijo que la donación era para reparar unas nueve estaciones averiadas durante las tormentas Olga y Noel, pero en una visita al complejo Tavera- Bao-López-Angostura una semana después de la tragedia causada por el desagüe, este diario pudo comprobar que los equipos descritos como fundamentales para la Red de Alerta Temprana tenían meses sin funcionar. El informe de la comisión Presidencial lo desmiente también cuando aborda en sus conclusiones el problema de la obtención de información en tiempo real.
“La red de estaciones de campo carece de la densidad mínima requerida (la red inicial ha sido diezmada por acciones vandálicas) que permita la elaboración de pronósticos de alta precisión sobre eventuales crecidas. Esta misma situación ocurre con las estaciones hidrométricas aguas arriba del embalse”.
“Hace más de un año que no sirven”
Alexis Díaz estaba barriendo. Su trabajo de 7:00 A.M. a 6:00 P.M. es vigilar que nadie se robe las baterías ni los paneles solares de una de las estaciones remotas que debería suministrar datos continuos de los niveles del embalse de Bao. Otro lo releva en las noches.
Los equipos dentro de la caseta llevaban al menos un año apagados, dijo Díaz en diciembre. Ni el sistema de comunicaciones, ni los microprocesadores adquiridos para transmitir a satélite, nada. Una verja de palos y alambres de púas y la soledad de un vigilante que no conocía para qué servían esos aparatos era todo lo que quedaba en ese momento.
El ingeniero Ramón Isidro Rodríguez, quien trabajó en el estudio y construcción de la presa de Tavera y ha laborado 15 años en el INDRHI, no quiso participar en ninguna de las comisiones que han presentado reportes sobre el desagüe. Su opinión, muy respetada en los círculos profesionales, ha sido plasmada en todos los medios. Fue él quien advirtió justo luego de Noel que, de no bajarse el nivel de los embalses, podría ocurrir una tragedia.
El 30 de octubre del pasado año, en este diario, Rodríguez alertaba sobre la negligencia que, durante Noel, había llevado el embalse de Tavera muy cerca del nivel de operación máximo de 327.50 metros sobre el nivel del mar. “Ha habido un gran descuido. Se ha esperado muy tarde para desaguar la presa.
Estamos amenazados por una gran crecida y se supone que la inundación provoque grandes daños en la agricultura de la Línea Noroeste y Santiago”, dijo, en una advertencia que resultó una premonición. Rodríguez acompañó a LISTÍN DIARIO en un recorrido por el complejo de embalses y reiteró su opinión sobre el mantenimiento de las presas, pensar que ya había expresado en su libro “El río Yaque del Norte”, del año 2000 y en “Problemas sociales, ecológicos y económicos”, editado en 1994. A las de “Tavera y Bao, con 34 y 24 años, respectivamente, de inauguradas, no se les han hecho los chequeos que requieren este tipo de obras a través de las instrumentaciones que para tales fines se les colocaron durante su construcción.
La mayor parte de las instrumentaciones ha sido destruida y no se dispone actualmente de informes de interpretación del comportamiento estructural de la mayoría de las presas”.
Para Rodríguez, el peligro que representan las presas para Santiago y hasta Montecristi “se debe a que las áreas de servicios de operación de sus vertederos (por donde se desagua) están ocupadas por viviendas y otras edificaciones de gran valor”.
El problema, dice Rodríguez, es de origen. “Los diseñadores de las presas no tomaron en cuenta áreas que podrían ser inundadas con sus respectivos daños aún en el momento de entrar las presas en operación como son gran parte de Bella Vista, La Joya, Baracoa en Santiago y Castañuela en la Línea Noroeste”.
La presa y Olga
La tormenta tropical Olga impactó el territorio nacional desde el lunes 10 de diciembre. Fuera de temporada, el fenómeno, mucho más débil que la previa tormenta Noel, encontró un país con suelos saturados de agua y presas, como la de Tavera, cerca de sus niveles máximos de operación.
La llamada Comisión de Santiago reportó en su informe del 29 de enero de este año que el domingo 9 de diciembre el presidente Leonel Fernández se reunió con el Comité Nacional de Emergencias para conocer “la posible amenaza de una tormenta”. Para el martes 11, según el informe, ya Puerto Rico era afectado por Olga. La presa de Tavera se encontraba con un nivel de agua de 325.10 metros sobre el nivel del mar, a 2.40 de su nivel máximo de operación.
Las lluvias continuaron el día 12, y el INDHRI reportó, para en Alto Yaque del Norte, 50.60 milímetros cúbicos de lluvia en Manabao el día 11 y 109.60 el 12; en Maguá-Monción 57.60 el 11 y 11.80 el 12. En Isa- Santiago, 70.80 y 51 milímetros de lluvias en esos días. La mayor crítica de la comisión de Santiago a las operaciones se centra en la decisión de mantener el desagüe en apenas 100 metros cúbicos por segundo hasta la noche del 11 de diciembre y dejar que para el día 12 el embalse de Tavera siguiera al mismo nivel que el día anterior, con el subsiguiente desagüe de hasta 4,632.81 metros cúbicos por segundo que plantea en su informe la comisión Presidencial.
El ingeniero Rodríguez atribuye este accionar a que, durante la tormenta Noel, se logró mantener el embalse en las cotas máximas sin mayores consecuencias.
Las mediciones de lluvia utilizadas por la Comisión Presidencial y las planteadas por la comisión de Santiago, no solo difieren entre sí, sino que presentan discrepancias con los reportes del INDRHI y de Onamet. En algunos casos, aparecen medidas que no registran ninguna de las instituciones, en otros, simplemente los números no cuadran.
La comisión Presidencial plantea las graves limitaciones para hacer un manejo adecuado de las presas y va más allá del simple nombramiento de un coordinador.
La falta mantenimiento de los equipos de alerta temprana, la atención a las condiciones de sedimentación de los embalses y los problemas ecológicos y de sobrepoblación aguas abajo de los embalses, siguen haciendo de Tavera una amenaza.
Máximos desagües
POR ING. RAMÓN ISIDRO RODRÍGUEZ T. (CODIA #588)
EL CICLÓN DAVID
Desde la inauguración de la presa de Tavera en febrero de 1973, la crecida máxima del río Yaque del Norte en su parte alta fue en septiembre de 1979, durante el ciclón David. Pasaron por Santiago caudales superiores a los 3,000 metros cúbicos por segundo.
No fueron superiores porque el río Bao, que no estaba represado, pasó por Santiago antes de las 12 de la noche del 31 de agosto con una crecida próxima a los 2,000 metros cúbicos por segundo. Según datos suministrados por la CDE, y publicados en el Listín Diario en septiembre 1979:
Precipitación en la cuenca alta Yaque del Norte: 217 mm en 5 horas Avenida del río Bao: 1,400 m3/seg Caudales vertidos por vertedero de Tavera: 1,195 m3/seg el 30/8/79 y 2,185 m3/seg el 1º de septiembre/1979.
Nivel del embalse: 331.00 m.s.n.m. Los daños: 21 muertos en el puente de Baitoa con el desagüe de la presa de Tavera. Se operaron las compuertas del vertedero manualmente por la carencia de una planta de emergencia. La corriente eléctrica falló por efecto del ciclón. En Santiago y la zona aguas abajo hasta Montecristi hubo grandes daños a la agricultura pero sin pérdida de vidas humanas. Recuento: Las lluvias comenzaron el viernes 31 de agosto a la 1:00 P.M. y el embalse de Tavera estaba en la cota 311, con 51 % de su capacidad total. A las 10:30 P.M el embalse llegó a su nivel máximo de operación en la cota 327.50 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m).
En 9.5 horas entraron al embalse 85.50 millones de metros cúbicos, un promedio de 2,500 m3/seg. El aporte fue hasta de 5,000 m3/seg en determinados momentos. A la 1:00 A.M. de la mañana del sábado 1º de septiembre, el nivel del embalse se encontraba en la cota 330.00 m.s.n.m. o sea, 2.50 metros por encima del nivel máximo de operación. El nivel máximo del embalse llegó hasta la 330.28 m.s.n.m. y comenzó a bajar a las 5:15 A.M. del 1º de septiembre.
El caudal de 1,195 m3/seg desaguado por el vertedero de Tavera antes de las 0.00 horas del 31 de agosto al pasar por Santiago pudo haber coincidido con la crecida de Bao, o parte de ella, de unos 2,000 m3/seg razón por la cual estimamos que por Santiago pudo haber pasado un caudal superior a los 3,000 m3/seg al finalizar el día 31 de agosto o en la madrugada del 1º de septiembre 1979.
TORMENTA MARCOS
Caudales vertidos: Por Santiago pasaron caudales máximos de 1,300 m3/seg. Nivel del embalse: 327.37 m.s.n.m., 0.13 m por debajo de su nivel máximo de operación. Los daños: Fue necesario reubicar 300 viviendas. No hubo pérdidas de vidas humanas, pero sí grandes daños en la agricultura.
Recuento: Ocurrió el 18 de noviembre de 1996. En esta oportunidad los embalses estaban en la cota 327.37 m.s.n.m., 0.13 m por debajo de su nivel máximo de operación. Por Santiago pasaron caudales máximos de 1,300 m3/seg y se hizo necesario reubicar 300 viviendas. Nadie murió. Hubo grandes pérdidas agrícolas.
CICLÓN GEORGES
Caudales vertidos: una entrada máxima de 4,046 m3/seg Nivel del embalse: el embalse de las presas estaba en la cota 317.44 m.s.n.m.
Los daños: No hubo pérdidas humanas.
Recuento: Diecinueve años después del ciclón David, en septiembre de 1998 el complejo Tavera, Bao, López, Angostura fue nuevamente azotado por el ciclón Georges, con características muy parecidas al ciclón David. En el Cibao durante Georges, el embalse de las presas estaba en la cota 317.44 m.s.n.m. cuando comenzó el ciclón y el embalse tuvo una entrada máxima de 4,046 m3/seg.
Se hizo un programa de desagüe que comenzó con un primer vertido grande de 1,142 m3/seg a las 8:00 P.M. del 22/9 llegando a un máximo de 1,600 m3/seg a las 11:30 P.M. el cual se mantuvo hasta las 3:00 A.M. del 23/9 comenzando a bajar para operarse con caudales entre 500 y 600 m3/seg en las próximas 12 horas.
Durante el paso del río Yaque por Santiago en Georges, el caudal de unos 1,800 m3/seg no causó pérdidas de vida humana pero los daños fueron de consideración en la zona agrícola debajo de Santiago. En octubre y noviembre 2003 se presentaron también fuertes lluvias en las cuencas de las presas encontrando sus embalses en la cota 326.70 m.s.n.m. siendo necesario desaguar caudales de más de 800 m3/seg. frente a una entrada de 2,111.56 m3/seg. Pasaron por Santiago caudales de más de 1,000 m3/segundo.