jueves, diciembre 27, 2007

Bhutto: la sangre que se cobró la política

Benazir Bhutto, ex primera ministro de Pakistán
Educada en Oxford y Harvard, representaba para muchos modernidad y cambio.

Servicios Google/BBC, Mundo

El atentado suicida que este jueves se cobró la vida de la ex primera ministra de Pakistán y líder de la oposición Benazir Bhutto puso fin a la carrera de una dirigente que llevó siempre la política en la sangre.

Bhutto murió en el terreno y en el campo de acción que le eran familiares: un acto proselitista en la ciudad de Rawalpindi con vistas a las controvertidas elecciones legislativas del próximo 8 de enero.

Esta inclinación por la política era casi hereditaria.

Miembros de su acaudalada familia de terratenientes paquistaníes asesoraron a uno de los príncipes que gobernó la región antes de la independencia del subcontinente indio del Reino Unido, en 1947.

Cuando Pakistán nació como patria de los musulmanes del sudeste asiático, el padre de Benazir Bhutto, Zulfiqar Ali Bhutto, se unió a las filas del gobierno.

Más tarde fundaría el Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), que se convirtió en una de las fuerzas políticas más poderosas del país.

Bhutto padre llegó a ocupar la jefatura de Estado en la década de los 70, pero fue derrocado y luego ejecutado por el ejército, un hecho que marcó a fuego a su hija mayor, Benazir.

Un hito

Zulfiqar Ali Bhutto, presidente y primer ministro de Pakistán en la década de 1970 / Foto de archivo
La muerte de su padre, Zulfiqar Ali Bhutto, ejecutado por los militares, fue decisiva en su vida.

Heredera de su manto político, desde el exilio guió a los partidarios de su padre en la lucha contra el gobierno militar.

En 1988, con sólo 35 años de edad, se convirtió en la primera mujer del mundo musulmán en acceder al cargo de primer ministro cuando su partido ganó las elecciones parlamentarias.

A ese mandato que concluyó en 1990, le seguiría otro período en el gobierno entre 1993 y 1996.

Benazir debió su éxito en buena parte a su juventud y también a su glamour.

Nacida en 1953 en la provincia de Sindht y educada en la Universidad de Oxford y en Harvard, dominaba el inglés y abordaba con confianza el escenario político internacional.

Para muchos era, además, símbolo de modernidad, y su imagen fresca provocaba un fuerte contraste con las élites masculinas que controlaron el país en el pasado.

Pero en sus dos períodos de gobierno como primera ministro su reputación resultó mancillada por denuncias continuas de corrupción contra ella y su marido, Asif Zardari.

Sospechas

Benazir Bhutto y su esposo, Asif Zardari, en el parlamento paquistaní / Foto de archivo
Con sólo 35 años de edad, se convirtió en la primera mujer musulmana jefa de estado.

Dos veces fue destituida de su cargo por diferencias con el presidente del país.

Varias acusaciones de corrupción la llevaron a tribunales, tanto en su país como en el extranjero.

Aunque resultó absuelta en uno de los procesos, en otros casos no se ha pronunciado sentencia, y la sospecha de que ella y su marido se valieron de su autoridad para enriquecerse en forma ilícita aún flota en el aire.

El apoyo popular del que gozaba, hacían al momento de su trágica muerte, no sólo la principal líder de la oposición, sino la dirigente capaz de oponer serios obstáculos al presidente Pervez Musharraff.

Esta capacidad de movilización de Benazir no sólo se debía a sus talentos personales. El appellido Bhutto sigue siendo respetado en Pakistán, de una forma similar a lo que ocurre en India con la dinastía Gandhi.

En las remotas áreas rurales del sur del país, los Bhutto arrasan, lo que da cuenta del poder que conservan las élites de terratenientes seudo feudales sobre las masas más pobres.

Asegurando el futuro

El trágico fin de la líder de la oposición se hizo sentir desde el mismo retorno a Pakistán en octubre pasado tras el autoexilio que emprendiera en 1999.

Tras salir ilesa de aquel atentado en el que murieron más de 120 personas, Benazir Bhutto pasó a encarnar las esperanzas de muchos paquistaníes en el cambio, tras ocho años de gobierno militar.

Pervez Musharraf, actual presidente y jefe del ejército / Foto de archivo
Bhutto representaba un serio desafío para el presidente Musharraf
Una vez ya en Pakistán, repudió el pacto que había hecho con el general Pervez Musharraf a cambio de que éste le permitiera ingresar al país, un pacto que no cayó en gracia entre sus seguidores.

Desde su retorno sumó a la tensión política del país la fuerza arrolladora de reclamos al mandatario que debió ceder varios espacios de poder: la derogación del estado de emergencia, la renuncia a la jefatura del ejército y la convocatoria anticipada a elecciones legislativas.

En el exterior, sus credenciales antifundamentalistas y su educación y lazos occidentales, planteaban a Estados Unidos y Europa una seria disyuntiva: continuar respaldando la alianza hecha con Musharraf en la llamada "guerra contra el terror" o jugar las cartas de la diplomacia a favor de la dirigente.

Fin de un legado

Con la vida de Benazir Bhutto, desaparece también la herencia política transmitida por la sangre.

Su hermano Murtaza, de quien se esperaba que jugara un importante papel en la dirección del partido, huyó del país a la caída de su padre hacia la entonces comunista Afganistán.

Desde allí y desde varias ciudades del Medio Oriente, Murtaza montó una campaña contra el gobierno militar paquistaní a través de un grupo llamado al-Zulfikar.

Llegó incluso a ganar las elecciones desde el exilio en 1993, convirtiéndose en legislador provincial, lo cual lo llevó a regresar a su provincia natal en 1996, sólo para aparecer muerto muy poco después por heridas de balas en circunstancias que aún no fueron aclaradas.

El otro hermano de Benazir, Shahnawaz, quien también participó activamente en la política y en circunstancias menos violentas, también fue encontrado muerto en su apartamento de la costa sur de Francia en 1985.

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