| Por Libio Pérez / La Nación  Domingo, Ar./Servicios Google | 
   Genaro Arriagada, ex ministro y ex embajador en Washington  | 
Rechaza la “idea neurótica” de aquellos que dicen que cuando EEUU despliega  su política hacia América Latina es “imperialismo”, pero que también reclaman  cuando Washington está ausente. De paso fustiga a la derecha chilena que busca  alianzas con el colombiano Álvaro Uribe, el mismo que tiene a parte de sus  colaboradores ante la justicia por vínculos con paramilitares.  | 
El ex ministro Genaro Arriagada viaja cada 15 días a Estados Unidos, donde  asesora a organismos multilaterales sobre situaciones de crisis en países de  América Latina. Otra parte de su tiempo la dedica a asesorar a países en el  desarrollo de sus políticas energéticas. 
 Estas actividades, sumadas a sus años de embajador en Washington y a otros  tantos recorriendo universidades y centros de estudios, lo hacen un conocedor  profundo de las políticas que impulsa Estados Unidos hacia la región.
 Este abogado y cientista político es uno de los forjadores de la  Concertación, cuando la componían 17 partidos y él estaba en la dirección  ejecutiva del Comando del No en el proceso que concluyó la noche del 5 de  octubre con la derrota de Augusto Pinochet.
 Fuera de la lucha política diaria y sin militancia activa en la Democracia  Cristiana, ahora observa con meticulosa dedicación los cambios que vive América  Latina. Y esta semana, sus ojos estuvieron en la cumbre de emergencia de la  Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que examinó la crisis en Bolivia. Estas  son algunas de sus reflexiones.
 -Muchos dicen que George Bush dejará a su sucesor una relación  deficitaria y tensa con América Latina, debido a la escasa presencia de Estados  Unidos en la región durante los últimos siete años. ¿Comparte ese  juicio?
 -Creo que a Bush hay que agradecerle algo: como se ha dejado de preocupar de  América Latina desde el 11-S, ha permitido que los latinoamericanos nos ocupemos  de nuestras propias cosas y que tengamos más personalidad en el manejo de  nuestras políticas internacionales. Eso ha sido un efecto no deseado de la  administración Bush, pero muy bueno para nosotros. Y la mejor prueba de esto ha  sido la reunión de Unasur del lunes 15, donde no estuvo Estados Unidos ni  siquiera como objeto de debate. Allí se debatió un problema de sudamericanos,  que los sudamericanos buscan solucionar. No comparto esa idea medio neurótica de  que si EEUU se preocupa de América Latina es malo porque es el imperialismo, y  si no se preocupa también es malo porque no podemos resolver nuestros problemas.  Yo prefiero un EEUU más distante, que intervenga menos y, sobre todo, que no  intervenga a través del "poder duro".
 -Vamos a volver a eso. Durante esta "ausencia" de EEUU, en América  Latina han surgido administraciones que rompieron con las clásicas elites  gobernantes, que tradicionalmente tenían vínculos con EEUU. Los nuevos gobiernos  son de signo progresista, socialdemócratas, con líderes que no tenían contacto  con los centros de poder estadounidenses.
 -Veamos Ecuador: allí hubo ocho presidentes en los diez últimos años y era  inevitable que surgiera un factor de estabilidad, que en este caso es el  Presidente Correa. En Bolivia, el fenómeno es endógeno. Fíjese que durante el  mandato de Ricardo Lagos hubo seis presidentes en Bolivia. Y Venezuela acumula  40 años de decadencia; a mis amigos opositores venezolanos les digo que el  origen de todos los males no es Chávez; éste es tal vez la última etapa, mala  quizá, pero es consecuencia de 40 años de decadencia. No se puede culpar a  algunos de estos líderes emergentes de lo que está pasando; quizás están  equivocados y no hacen las cosas bien, pero los problemas son muy profundos e  internos de esos países.
 -¿La política exterior de EEUU no tiene nada que ver con  esto?
 -Afortunadamente, EEUU ha estado ausente. Washington ha tenido sólo un  mecanismo activo, que es la promoción de tratados de libre comercio, y Bush ha  marcado una diferencia con lo que hicieron Bill Clinton y sus antecesores.
 -Pero fracasó el ALCA, que era su proyecto mayor.
 -Sí, fracasó el ALCA. Pero también fracasó la ampliación del Mercosur, que  era el sueño de los brasileños. De estos dos fracasos quedó un conjunto de  tratados de libre comercio bilaterales, y creo que eso ha sido mejor. Habría  preferido una negociación conjunta con EEUU, porque nos habría dado más fuerza;  yo era partidario del ALCA.
 -¿El nuevo Gobierno en EEUU, sea Obama o McCain, modificará su  política hacia América Latina?
 -Hay un simplismo en el que caemos todos. Algunos dicen que en los programas  de los candidatos no hay menciones a América Latina, cuando la verdad es que se  trata de políticas internas; tampoco hay referencias a Canadá, y si acaso un par  de frases sobre Europa, nada más. Pero más allá de eso, EEUU tiene con América  Latina demasiados intereses recíprocos. Si sumamos México y Venezuela, juntos  aportan el 30% del petróleo que consume; desde el punto de vista de la seguridad  energética, estos países son más importantes que Arabia Saudita. El principal  socio comercial de EEUU es México, y Chile, también en comercio, es más  importante que India, y Argentina es más importante que Rusia. Y también tenemos  problemas muy complicados en común, como la migración. Las remesas que llegan de  EEUU al continente [unos 70 mil millones de dólares] son más que las inversiones  directas de EEUU en América Latina.
 -Hay economías que se sustentan en las remesas.
 -Claro, como El Salvador o Guatemala. En Ecuador son el segundo rubro más  importante, sobre el café, el banano y los camarones. Pero además, entre EEUU y  el continente hay problemas como la droga y el crimen organizado. Por eso no  puede prescindir de América Latina, hay una relación simbiótica, nos necesitamos  mutuamente. No hay ninguna posibilidad de que EEUU no tenga una política hacia  América Latina.
 -Y cuando la tiene se nota.
 -Ojalá no la tuviera con lo que se llama "el poder duro", es decir la  intervención con acciones encubiertas, y menos con intervenciones militares o  financiando grupos desestabilizadores. Prefiero la cooperación en tecnología,  educación, apoyo a la democracia y promoción de los derechos humanos. Pero hasta  EEUU está cuestionado por su manejo en los derechos humanos, por los presos en  Guantánamo, por ejemplo.
 -Algunos dicen que la actuación de Unasur en defensa de la democracia  boliviana y la legitimidad de Evo Morales es una "contraintervención" para  frenar la intervención de EEUU.
 -No creo que haya intervención de EEUU en Bolivia. Ahí la situación es muy  compleja y América Latina ha reaccionado positivamente. Bolivia tiene un  conflicto interno, regional, étnico y constitucional. Y Unasur ha dicho dos  cosas: esto es democrático porque Evo Morales acaba de ganar con más del 67% de  los votos, y, en segundo lugar, aquí nadie intenta una secesión de Bolivia.  Unasur defiende la democracia y la unidad territorial de Bolivia.
 -¿Una partición de Bolivia o una guerra civil se transformaría en  problema de seguridad nacional para Chile?
 A Chile le debe interesar una Bolivia más poderosa, más estable y con menos  conflictos, porque eso hace fuerte a Chile y sus relaciones. La forma absurda de  pensar es que si a Bolivia le va mal a Chile le va bien, eso es falso. Unasur  señaló que el camino es el diálogo para superar la crisis, y Morales deberá  sentarse en una mesa con los prefectos y hallar una solución.
 -¿Le pareció que Unasur tuvo un buen debut?
 -La Presidenta Bachelet tenía que actuar como presidenta pro témpore de  Unasur, y lo hizo muy bien. Pero como desgraciadamente en Chile estamos en esta  lucha implacable entre Gobierno y oposición, esto es poco reconocido. Todos  deberíamos decir que esto es notable, que se haya hecho esta reunión en Chile,  encabezada por la Presidenta de Chile, con garantías para todos y  particularmente para Bolivia, con una declaración satisfactoria para todos y con  un compromiso de participación de Chile en el diálogo en la misma Bolivia.
 -¿Qué significará para las relaciones entre Chile y Bolivia que haya  chilenos en el diálogo entre las partes en conflicto?
 -Todas las partes en Bolivia se han saltado la Constitución, el centro ha  desaparecido y todos se han ido a los extremos. No hay reglas para resolver el  conflicto, aunque Morales salió muy fortalecido del referendo, pero los  prefectos también tienen fuerza. Actualmente, nuestras relaciones con Bolivia  pasan por el mejor momento en los últimos ocho años. José Miguel Insulza goza de  prestigio en La Paz, también la comisión de la OEA, donde están el argentino  Dante Caputo y Enrique Correa, y creo que Juan Gabriel Valdés será bienvenido.  Esto es muy interesante, porque Chile se ha movido con mucho éxito. La oposición  chilena ha tenido mucha mezquindad en este episodio.
 -¿Por qué?
 -La derecha en política internacional y lo reconocen ellos mismos es muy  débil. Cada vez que hacen una declaración se equivocan. Cuando dicen que Chile  debe tomar como ejemplo al Presidente Uribe, eso es una vulgaridad. Uribe no es  un modelo, es un populista de otro signo, que vive en campaña todos los días,  usando recursos fiscales y haciendo clientelismo. Además, con 67 parlamentarios  vinculados a él que están procesados por la justicia por sus lazos con los  paramilitares. Y qué decir de todo aquello que sale del computador del segundo  de las FARC, de lo que hace un manejo selectivo. Esta filtración de e-mails de  Colombia a la oposición chilena afecta las relaciones, por eso el frío saludo de  Bachelet a Uribe en la cumbre de Unasur.
 
-Pareciera que el liderazgo en Unasur estuviera en manos de Chile y  Brasil.
 -Brasil está llamado a ejercer un liderazgo por las dimensiones que tiene ese  país. Chile es pequeño, con una economía pequeña, pero tiene gran influencia  política. Y esto la derecha chilena no lo entiende y plantea, por ejemplo, que  se establezca un eje con Colombia, México y Perú. Eso sería un gran error, si  apenas un par de países de toda América Latina son de derecha. ¿Qué hará la  derecha chilena con sus críticas a Chávez cuando trata de reelegirse si ahora  Uribe quiere cambiar la Constitución para reelegirse por tercera vez? Pero  también hay matices entre los gobiernos de izquierda, muy pocos son radicales.  Los cubanos, por ejemplo, no han acompañado a Chávez en sus exabruptos en los  últimos meses, y en esta crisis boliviana, manos afuera. Chile está más en una  política por el multilateralismo, con buenas relaciones con EEUU, pero con  independencia, que busca una presencia más fuerte de América del Sur, y eso lo  hacemos mejor con Brasil.