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POR LEO REYES
-DE EL NACIONAL, VESPERTINO DOMINICANO-
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La doctora Milagros Ortiz Bosch, la ex vicepresidenta de Hipólito Mejía, pudiera estar preparando las maletas para irse del Partido Revolucionario Dominicano en caso de que el ingeniero Miguel Vargas Maldonado le gane la candidatura presidencial en la convención interna de la organización.
Es de las pocas cosas que explica la actitud agresiva que mantiene el equipo de la doctora Ortiz Bosch y su equipo de la corriente unitaria contra su propio compañero de partido, ambos, en su momento, de la misma tendencia política, el denominado PPH.
Como si tener dinero fuera signo de corrupción o corruptela, el centro de la campaña del grupo de la ex vicepresidenta Ortiz Bosch es el eslogan de "vergüenza contra dinero", cual si las cabezas promotoras visibles de su propio equipo fueran pobres de solemnidad y no gente adinerada gracias a la política o a su ejercicio profesional.
Ortiz Bosch era conocida hasta ahora como una figura serena, de mensaje sensato y conciliador, crítica fina y sólo se le recuerda salida de su encuadre tradicional cuando, en su canto reeleccionista, proclamó en Santiago que el país lo que necesitaba era un hombre con pantalones como Hipólito Mejía.
Dama delicada y fina, ganó puntos en la sociedad civil por su conducta ejemplar, por lo ponderado de sus juicios, por sus credenciales como legisladora y por ser la más genuina defensora de la causa de José Francisco Peña Gómez.
El primer ataque de la ex secretaria de Educación a Vargas Maldonado se produjo en el año 2002 cuando su vehículo se le enchivó en la comunidad de Santa Ana, La Victoria, y ella se cuestionó y quejó, según se publicó entonces, de dónde estaba el secretario de Obras Públicas y su gente.
La doctora Ortiz Bosch asistía entonces a los funerales de la madre del dirigente Adolfo Pérez, ahora seguidor de Vargas Maldonado.
La candidata presidencial ha visto írsele en los últimos meses a muchos de sus cuadros importantes hacia el litoral del poderoso ex ministro de Obras Públicas.
Ya es hábito, que todo el que se ha ido del PRD, ya sea en el poder o en la oposición, ha comenzado por desacreditar o agredir pública y permanentemente al grupo que internamente le ha adversado.
Es la forma de preparar el camino, de ir desbrozándolo, de condicionar la opinión pública respecto de posiciones o decisiones ulteriores.
El último contingente en marcharse del PRD fue el encabezado por el licenciado Hatuey De Camps, defensor de los principios de Peña Gómez relativo a la no reelección.
El grupo de Ortiz Bosch, no por coincidencia, ha sido siempre visto cercano a De Camps.
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